He estado observando las aves durante casi 6 décadas. Aquí algo sobre aves, las personas, los lugares y aves marinas, más cualquier otro pensamiento de poco profundidad .....
viernes, 15 de febrero de 2008
ESCOCIA, ENERO 2008
Yo empecé una parte de mi vida ornitológica en el sur-oeste de Escocia, completamente en el pueblo de Annan, en el condado de Dumfriesshire y cercano la ría del Solway donde vivían mis abuelos paternos (sí, mi secreto está al descubierto, soy un guiri mestizo, inglés-escoces) y una tía solterona que nunca podría comprender lo que yo veía en observar aves.
La ría del Solway era una delicia, a 30 minutos andando de su casa por un sendero donde cada 50m. cantaban Escribanos Cerrillos, y conforme crecia mi afición, también pasé más vacaciones allí. Limicolas por todas partes, no en decenas pero en cientos y, en el caso de los Ostreros, miles. Los veranos eran una delicia con los paseos diarios a la ría, el sol siempre brillaba (así lo dice la memoria), los ostreros y archibebes comunes reclamaban por todas partes sobre el barro de la bajamar. Los inviernos eran fríos, pero con un sol artritíco y el campo blanco de escarcha, pero allí identifiqué mi primer Colimbo Chico con quizás 12 años de edad, mientras los omnipresentes ostreros gritaban.
Fueron tiempos lejanos cuando los padres podrían dejar sus hijos andar por el campo sin temor, o en el caso mío, dejarlo ir con 12 años en autobus, con un cambio por medio, a la reserva de Caerlaverock, ahora de la Wildfowl and Wetlands Trust, donde invernaban las Barnaclas Cariblancas de Svalbard, pocas en aquellos tiempos (estamos hablando de hace más de 50 años), ahora miles y miles.
Allí tenía la gran suerte a conocer el primer guardia de la reserva, Langley Roberts, un muy buen ornitológo, ex piloto de la RAF en el Mediterráneo durante la Segunda Guerra donde su cometido era buscar, bombardear y, con un poco de suerte, hundir los submarinos nazi. Por un doceañero, era un abreojos encontrarse con alguien así, y me enseñó mucho en los años siguientes, los elegantes Archibebes Claros en paso -todavía mi limícola favorita- y los bandos de Archibbebes Comunes y Correlimos Comunes, y en invierno me llevó a ver un posadero de Aguiluchos Cenizos y un verano me llevó a Galloway a ver una pareja de Aguilas Reales.
Con 12 años conocí una alma parecida, Colin Bannister, y mi abuela y tía (mi abuelo había muerto, finalmente, del gas que inhaló durante la Primera Guerra Mundial) estaban encantadas a tenrlo también.
Colin dejó las aves cuando entró en la universidad y llegó a ser un biológo marino muy importante por sus investigaciones en moluscos, pero siempre nos mantuvimos el contacto. El se jubiló hace unos tres años y este invierno hemos revisitado los lugares de nuestra juventud.
Así, a mediados de enero me fui primero a Leeds (una ciudad asquerosamente gris) donde mi hermana vive en las afueras. Mi madre siempre tenia el sueño que Colin y Gay (notad chicos, antes de que hayan bromas sobre el nombre de mi hermana: gay en inglés como díos manda, significa, alegre, y no una persona no heterosexual), se casasen, pero el afortunadamente escapó, pero los dos se quieren mucho, el siempre dice que es como la hermana que nunca tuvo, no lo he desilusionado. Colin fue allí el día siguiente y el lunes a por Escocia en su coche.
El tiempo no sólo era malo, era increiblemente malo, peor imposible, y se quedó terrible todo el tiempo. Lluvia en cantidades industriales y lagos donde jamás había visto agua en los campos y prados. Nubes grises, bajas, que descargaron cada dos minutos. Tuvimos dos mañanas sólo con aves, el resto con lluvia, y peor cuando su coche murió en una nube de humo azulado, muy bonito y todo el color alegre que vimos aquel día.
Vimos Cariblancas, muchas, miles,quizás hasta seis mil, incluyendo un campo con c.2000 aves la primera mañana. Visitamos dos veces Caerlaverock - significa castillo de la alondra, muy bonito ¿no?- y una mañana a Mersehead (reserva de la RSPB) que también merece una visita. No vimos todo lo deseado, pero la última tarde, después de visitar una granja donde alimentan Milanos Reales -hasta 50 aves juntas en el aire y la lluvia cayendo a chorros- elviento se había levantado hasta fuerza 6 y la vida era imposible.
A pesar del mal tiempo, vimos 58 especies, casi un milagros. Bonito, Sí. valia la pena, el tiempo aparte. Disfrutamos enormemente. Muy probablemente será la última vez que voy por allí, pero ¿porque no había el sol y la escarcha de antaño? Siempre había cuando estuvimos jovenes.
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